Adigital se ha sumado a la declaración conjunta de Digital Europe sobre la propuesta de Reglamento de Inteligencia Artificial, en la que se advierte que está en juego el futuro tecnológico de Europa y se proponen cuatro recomendaciones para crear un entorno que favorezca la innovación en el contexto de su tramitación en Bruselas.
El Reglamento de Inteligencia Artificial será la primera legislación de este tipo en el mundo, y Digital Europe y las asociaciones nacionales que la integran, entre ellas Adigital, apoyan sus objetivos. La IA será el motor de la innovación en los próximos años: se prevé que, en 2035, la mitad del crecimiento de muchos países europeos podría estar impulsado por la inteligencia artificial. Sin embargo, solo el 3% de los unicornios de IA del mundo son europeos, y la inversión privada en inteligencia artificial en Europa es diez veces inferior a la de EEUU y cinco veces menor que en China. Para beneficiarnos por completo de la inteligencia artificial, es necesario crear una Europa en la que puedan prosperar las empresas innovadoras.
Para ello, es esencial que exista confianza en la tecnología. El Reglamento de Inteligencia Artificial desempeña un importante papel a la hora de ayudar a las empresas a desarrollar soluciones de IA fiables, pero es una propuesta legislativa compleja, y su implementación representa un reto, sobre todo porque tanto las empresas como los organismos de supervisión navegarán por un territorio desconocido.
Por ello, la declaración conjunta a la que se suma Adigital propone:
- Utilizar los sandboxes para testar el impacto potencial de la regulación en las empresas y ayudarles también a prepararse para su cumplimiento. Los Estados miembros deben comprometerse a la creación de sandboxes de escala europea.
- Clarificar las responsabilidades en toda la cadena de valor de la IA. Cuando proceda, el Reglamento de IA debería aportar una mayor flexibilidad, garantizando la libertad de las partes para asignar responsabilidades a través de obligaciones contractuales.
- Garantizar la armonización del Reglamento con legislación ya vigente, para evitar la duplicación de procedimientos y simplificar el cumplimiento de la normativa en muchos sectores en los que Europa es hoy líder y debe seguir siendo competitiva.
- Designar un punto de contacto centralizado en cada Estado y articular un sólido mecanismo de coordinación para garantizar una aplicación y un cumplimiento coherentes.